jueves, 8 de octubre de 2015

ARTICULO INTERESANTE DEL BOOM DE LAS CERVEZAS ARTESANAS

“La cerveza se ha despertado”, reconoce Richard Sanz, de las bodegas vinícolas Menade en la provincia de Valladolid. Su historia empresarial es significativa. Desde el siglo XIX, esta bodega ha ido produciendo vino de calidad de generación en generación. Pero, hace poco, los dueños decidieron dar un pequeño giro estratégico. Aprovecharon las instalaciones para la producción de sus caldos para lanzarse al mercado de las cervezas artesanales, con la marca La Burra. “Durante años la cerveza ha sido hermana pobre del vino, que parecía el producto más serio. Se despreciaba, cuando se merece el mismo respeto”, explica Sanz. “Hemos decidido con esta inversión hacer un producto de personalidad y el 80% se destina a la exportación. Nos hemos volcado porque hemos visto un desarrollo de mercado”, indica.

Una cerveza artesanal está hecha con los mismos ingredientes que una industrial: agua, malta, lúpulo y levadura. A partir de ahí, empiezan las variantes, que son prácticamente infinitas. De hecho, no hay una definición clara. En EE.UU., país pionero (donde ocho de cada cien cervezas son artesanas), califican con este nombre aquellas cervezas que tienen una producción limitada. En España no hay regulación específica alguna, salvo los controles sanitarios a los que se somete cualquier bebida que se comercializa.

Por lo general, estas cervezas no están pasteurizadas. Son un producto vivo, utilizan el carbónico natural de su fermentación alcohólica para gasificarse. La fermentación en botella hace que estas cervezas puedan contener a veces una turbidez o sedimento natural. El alcohol puede ir del 2% hasta el 17% (las hay que llegan a 60%). El precio puede oscilar de poco más de un euro a más de 300. Colores, sensaciones, y aromas son de una gama amplísima. Aquí tal vez se encuentra su fortaleza: a diferencia de las industriales, que siguen unas pautas de producción estándar, las artesanas ofrecen un vasto abanico de experiencias. Por eso la han llamado “la cerveza de autor”: ninguna se parece a otra.

“Estas cervezas no están pensadas para un consumidor pasivo. Los productores apuestan por bebidas que tengan un aroma agradable, un buen gas, que sean finas, elegantes. Se toman con tranquilidad, tienen volumen y cuerpo y un sabor marcado, para todas aquellas ocasiones en que se necesita una pausa de relax”, indica Sanz. Dicen las estadísticas que España se hizo cervecera en 1987, cuando el consumo de cerveza superó al del vino. En aquel entonces, de la cultura de la taberna se pasó a la cultura del bar de las ciudades. La eclosión de la craft beer (en su versión inglesa) es el fenómeno más reciente de este largo camino. Si se miran los números, se encontrarán en España más de 150 marcas distintas de cervezas artesanas. Sólo en Catalunya, la comunidad más activa en este sector, hay 40 marcas y unas 25 microcervecerías. Algunas de ellas cuentan con un número de empleados que no cabe en los dedos de una mano. En estos momentos, la lider del sector a nivel estatal es Montseny y los líderes en instalación de fábricas, Cerveza Artesana. Guzmán Fernández es maestro cervecero de Ca l’Arenys, empresa que se dedica integralmente a la producción de cerveza artesanal con la marca Guineu. “Empezamos con 40.000 litros, luego hemos pasado a 90.000 y hemos acabado el año pasado en 120.000 litros”, cuenta.

Pero el tejido productivo de este sector es aún muy pequeño: apenas alcanza el 0,3% del mercado. Eso sí: su cuota se duplica cada año. “Hace seis años este escenario habría sido ciencia ficción. Es fascinante”, apunta Mikel Rius, productor de Barcelona Beer Fest, un festival (que ha llegado a la tercera edición) dedicado a este sector que tuvo lugar el pasado fin de semana en la ciudad catalana, con una presencia de más de 300 marcas. La Mostra de Cervesa artesana de Mediona, en el Penedès catalán (patria del cava), es otro de los certámenes que se ha consolidado como referencia. Hay una notable ebullición.

“Desde hace unos años se registra un verdadero boom con las cervezas artesanas. El fenómeno ha entrado en progresión geométrica. En la actualidad prácticamente todos los días aparece alguna nueva microcervecería. Nuestro país, de tradición vitivinícola, no está acostumbrado a tantas variedades de cerveza. Por lo tanto existe en general un desconocimiento total de la cultura de la misma. Pero la cerveza es algo más que un refresco que se debe tomar muy frío y con mucho gas”, afirma Salvador Fortea, elaborador de cerveza artesana y miembro del GECAN (Gremi d’Elaboradors de Cervesa Artesana i Natural). El cambio cultural ahora ha llegado.

“Cada vez hay más bares que, junto al surtidor de la cerveza industrial, han añadido otro especializado en artesanales”, asegura Mikel Rius. Otros establecimientos, desde hace ya un tiempo, han optado por hacer su propia cerveza y la han convertido en su seña de identidad. Pero donde estas bebidas empiezan a tener una notable penetración y desarrollo es en la alta restauración. Hasta hace unos años, restaurantes con estrellas Michelin tenían cartas de agua, de whisky, de gin-tonic y de vino. Pero no de cervezas. Y esto ahora está cambiando. Por ejemplo, en el restaurante de Barcelona El Racó d’en Cesc ofrecen a sus clientes hasta 150 diferentes. Detalle a tener en cuenta: en este local muchas botellas quedan almacenadas en la misma cantina donde se custodian lo vinos. El mimo, el trato y el cariño parece ser el mismo.

Y es precisamente en la alta restauración donde estas cervezas están encontrando su razón de ser: por su precio (algunas se llegan a vender a precios similares a los de un vino de media calidad, de 20 euros para arriba), por su sofisticación y por su capacidad de maridar mejor con los platos. Juan Muñoz, presidente de la Academia de Sumillería, lo explica así. “Estas cervezas premium se dirigen más a la gente adulta. Son más caras, sus botellas son especiales y hay pocas economías de escala”. Por eso, están encontrando su lugar en este peculiar nicho del mercado. “Han entrado en la gastronomía de gran nivel. Hoy no es extraño tomar una cerveza con un osobuco o degustando un jabalí. Creo que un buen restaurante debería tener en su carta por lo menos tres tipos de cerveza. Y cada carta debería indicar la gradación y la cantidad de extracto seco, que es lo que confiere el cuerpo a la misma”, dice Muñoz.

Por lo general, dicen los expertos, quien consume vino, también consume cerveza. Y quien consume cerveza, no siempre consume vino. Pero esta dicotomía, gracias precisamente al impulso de las artesanales, está cambiando. De hecho, entre el vino y la cerveza empiezan a aparecer algunas similitudes. En el sector cervecero se está hablando de llevar a cabo un sistema de guía con puntuación, un poco como ya ocurre con los caldos. Además, algunas marcas fabrican cervezas que envejecen en barrica y que cuentan con una fecha de embotellado, como si se tratara de una añada especial; hay algunas que se beben en copa de cava, como si fueran un espumoso…

En EE.UU. y algún otro país existe la figura del sumiller de cervezas, una profesión que en España no existe como tal (apenas se dedican tres horas a la cerveza en un curso de formación en sumiller de dos años), pero sí que se organizan cursos de cata en escuelas de hostelería, que registran un interés creciente. En El Racó d’en Cesc organizan cenas con menús de degustación sólo a base de cerveza, que tienen éxito. “Los clientes nunca devuelven una cerveza de la degustación. Pero además, se acaban sirviendo en la mesa distintas variedades, con lo que la socialización se incrementa. Y los comensales siempre acaban sacando fotos de las copas”, cuenta Edgar Rodríguez, sumiller especializado en cervezas del restaurante.

“Hace años, los clientes que acudían a comer me decían ‘tráeme una cerveza’. Yo le preguntaba: ‘¿cuál?’ Y me contestaban: ‘algo normal’. Había como un muro de piedra”, cuenta Rodríguez. “¡Cuál fue la nuestra sorpresa al ver que la aceptación de los menús fue equiparable a la del vino!. Los clientes dejaban de pensar que la cerveza tenía que limitarse a ser un mero aperitivo en la mesa”. El chef Toni Romero destaca que “el vino se encuentra en una posición más elevada que las cervezas. En ningún caso deben entablar una batalla. Simplemente se tiene que poder mostrar al cliente una buena oferta de cervezas del mismo modo que existe una buena oferta de vinos”.

Según Guzmán Fernández, “las capacidades de maridaje de la cerveza son incluso superiores a la del vino, porque al haber tanta variedad pueden combinar mejor con los platos”. En efecto, al tomarse en cantidades más pequeñas, es posible asociar cada sabor gastronómico con una cerveza determinada, mientras que con una botella de vino, esto es más difícil. Y además, todos los comensales acaban bebiendo de la misma botella, cuando a lo mejor cada persona tiene un gusto y unas preferencias especiales.

Los gastrónomos, por lo general, subrayan que las cervezas combinan muy bien con alimentos grasos (como los fritos), escabeches, salados y en todos aquellos alimentos en los que el avinagrado sería incompatible con el vino. Luego están las cervezas negras, que se acoplan bien con el chocolate y los postres. Toni Romero ilustra posibles combinaciones de alimentos que se pueden lograr con las artesanas, platos que a primera vista uno no asociaría tradicionalmente con la cerveza: pies de cerdo, foie, langostinos, carrillera de ternera, requesón, regaliz, tartares…y además: germinados, fruta….

Todavía queda camino por recorrer. En la región de Flandes, en Bélgica, dicen que hay más tipos de cerveza que días del año. Esto se debe también a que ninguna cervecería trabaja en exclusiva con una única marca. La diversidad está asegurada. En España es diferente, porque los grandes grupos cerveceros se llevan la palma. No obstante, hay algunos factores que invitan al optimismo. Jacobo Olalla, director general de Cerveceros de España, apunta a unas cifras muy interesantes: “en España más del 80% de la cerveza se consume con algo de comer. Y entre el 25% y 40% de los ingresos de los bares depende de la cerveza”. ¿Qué significa? Que el potencial para asociar la cerveza a las comida es muy alto. Asimismo, el hecho de que los bares sigan siendo los principales vehículos del consumo, con una adecuada formación, pueden orientar al consumidor para que comience a apreciar tipos de rubias (no tan rubias…) fuera de las habituales.

“Creo que España es un país con cultura gastronómica, y de vino. Por lo tanto este tipo de cervezas pueden funcionar.”, dicen Martina Molloy y Peter Bonner, de la microcervecería BeerCat. “En países de reputación más cervecera como Alemania se tiende más a beber por beber”, recuerdan. Hay otro punto sobre el que las cervezas artesanas tienen mucho que decir: la seducción del público femenino. “Tradicionalmente se percibía la cerveza como una bebida muy masculina. Pero la artesana es más para ellas, que tienen una mayor sensibilidad para detectar los aromas”, asegura Molloy. “El 40% de nuestros visitantes del festival Barcelona Beer Fest son mujeres”, confirma Mikel Rius.

Las artesanas empiezan a hacer cierto ruido. Prueba es que en el sector está teniendo lugar un fenómeno indicativo: grandes grupos cerveceros se están fijando en muchas de estas marcas artesanales y en algunos casos han llegado a comprarlas. Asimismo, las marcas industriales han extendido su gama para seducir a este consumidor, añadiendo en su catálogo ediciones especiales, cervezas sin pasteurizar o aromatizadas y combinaciones de lúpulos diferentes.

La última incógnita que queda por despejar es si esta tendencia será sostenible en el tiempo. ¿Se está creando una burbuja de microcervecerías? Podrán sobrevivir todas estas pequeñas marcas con una cuota de mercado tan reducida? Los márgenes de estas pequeñas empresas, si se comparan con los grandes grupos industriales, son mínimos. Asimismo, no pueden ofrecer a los distribuidores los mismos descuentos que los grandes grupos cerveceros, que consiguen el monopolio en muchos bares.

Según Guzmán Fernández, “se necesita una producción mínima de 2.000 litros para conseguir colarse en el mercado”. Y alguna firma que no calcule bien el plan de negocio puede quedarse fuera. “Nuestra preocupación es que estas empresas mantengan estándares de calidad mínimos”, confiesa Jacobo Olalla. En efecto, al haberse puesto de moda la posibilidad de hacer cerveza en casa, son muchos los que se han subido al tren, no siempre ofreciendo productos dignos de este nombre. Al final, será el consumidor (y las consumidoras) quién decidirán qué rubia (y no tan rubia) merece la pena.





Un saludo y gracias por vuestro tiempo.


Nos vemos en los Bares.

martes, 6 de octubre de 2015

INGREDIENTES DE LA CERVEZA ARTESANA

Buenos días cerveceros esta mañana os voy a hablar de los ingredientes de la cerveza artesana, lúpulos, maltas y levaduras.

El lúpulo [Humulus lupulus]

Es uno de los ingredientes que forman parte de la cerveza actualmente, aunque no empezó a emplearse en el proceso cervecero hasta el siglo XIII. Se trata de una planta trepadora de la familia de las canabináceas, en la que las flores masculinas y femeninas se encuentran separadas en diferentes plantas. Su principal propiedad es producir el amargor típico de esta bebida, aunque también proporciona sabores y aromas.

En la elaboración de cerveza se emplea la flor femenina de esta planta. Dichas flores se denominan “conos de lúpulo” pues está formada por pequeñas hojas verdes en forma de piña y carece de pétalos de colores vistosos. Como la época de floración de esta especie va de julio hasta septiembre según la variedad, las flores son secadas y prensadas para su conservación.



Los componentes principales del lúpulo son: alfa-ácidos, beta-ácidos, resinas y aceites esenciales.



Los alfa-ácidos o Humulonas: son una familia de resinas específicas del lúpulo y responsables de su amargor y otras propiedades sicoactivas. El poder amargante de un lúpulo se mide por el porcentaje que contiene de esta sustancia, que cambia de una cosecha a otra y según la variedad de planta. Éstas resinas son transformadas por temperatura (isomerización) durante el proceso de cocción del mosto en iso-alfa-ácidos, que son los responsables finales del amargor de la cerveza.

Los beta-ácidos o Lupulonas: son resinas similares pero con un poder de amargor muy pequeño. Sin embargo, estas resinas se pueden estropear fácilmente en presencia de oxígeno y generar sabores extremadamente amargos y desagradables.

Los Taninos y los aceites esenciales: Los tatinos tienen las propiedades clarificantes y bacterioestáticas (de gran importancia para la fermentación), mientras que los aceites esenciales son sustancias aromáticas de fácilmente evaporables que dan las propiedades de sabor y olor a la flor del lúpulo y por lo tanto también a la cerveza. En la elaboración de una cerveza pueden utilizarse combinaciones de diferentes lúpulos para aportar las propiedades más notables de cada uno de ellos.

Conos de lúpulo: Las flores de lúpulo recolectadas son secadas mediante aire caliente a 60-65ºC durante 10 horas. El producto final es compactado y envasado preservándolo de la oxidación del aire y de la luz. Este producto es el más natural y el más empleado en la elaboración tradicional. Al finalizar la cocción del mosto, se realiza un proceso de filtrado natural a través de las flores de lúpulo sedimentadas en la caldera, de gran importancia para la claridad final de la cerveza.



A continuación se enumeran las variedades de lúpulo más conocidas y se describen sus características: contenido habitual de alfa-ácidos (%), Aroma (comentarios sobre sus aportaciones en este sentido), el origen de producción original, su uso habitual y las variedades que lo pueden sustituir en una receta en caso de no disponer de la variedad en cuestión.


Eslovenia 4,5-6%
Fuggles
Otras variedades de Goldings
Fuggles
Reino Unido
Introducido en Usa 4,5-6%
Otras variedades de Goldings
USA 8-11%
USA 4,5-6%
Centenian
Columbus
Inglaterra 6,5-8,5%
Styrian Goldings
EK Goldings
Inglaterra 8-10%
Hellertau
Bullion
Alemania3,5-5,5%
Mount Hood
Liberty
Republica Checa 3-4,5%
Tettnanger
Crystal
Alemania 3,5-5,5%
Saaz
Crystalç
Inglaterra 9,5-12,5%
Fuggle
Willamette
Alemania 6-10%
Hellertau
Liberty
Nueva Zelanda 14-16%


Cereales Malteados o malta


El malteado es un proceso al que se han sometido previamente los cereales empleados en la elaboración de cerveza. Habitualmente se maltea la cebada y minoritariamente el trigo, aunque también es factible maltear otros cereales como mijo, arroz, etc.

El malteado se divide en tres etapas: remojo, germinación y secado. Con este proceso se consiguen activar los encimas (amilasas) del cereal que realizan el proceso natural de degradación (sacarificación) de almidón en azúcares fermentables (maltosa), durante la etapa de maceración.

Las variedades de maltas que podemos encontrar son muchas pero la clasificación principal está en su función, existiendo dos tipos principales.

Las maltas Base: se emplean dentro de una receta cervecera en proporción mayoritaria porque son las que aportan la fuente de azúcar para fermentar, y por ello mismo son maltas con poder diastásico o enzimático.

Las maltas Coloreadas: se emplean en pequeñas cantidades para aportar sabores y colores diferentes según el estilo de cerveza que se desea elaborar.

NOMBRE, ORIGEN, COLOR (EBC) y  MÁX. % DE USO

PILSEN O LAGER
ALEMANIA
REP.CHECA
BELGICA
Color 3 
100%
Color- 3-4 
70%
MALTA PALE

REINO UNIDO

BELGICA
Color 5
100%

CARA MALT

ALEMANIA

CENTRO EUROPA 
 20%
CRYSTAL MALT

REINO UNIDO 
Color 80-140 
20%
AMBER MALT

REINO UNIDO
Color 90-110
 20%
MALTA CHOCOLAT

REINO UNIDO
Color 800 
10%
BLACK MALT

REINO UNIDO 1400 10%
CEBADA TOSTADA

REINO UNIDO 
Color 1400
 10%



Levadura [Saccharomyces] 

Organismo unicelular de la familia de los hongos. Es responsable de la fermentación (conversión de azúcar en alcohol y gas carbónico).


"Se denomina levadura a cualquiera de los diversos hongos microscópicos unicelulares que son importantes por su capacidad para realizar la descomposición mediante fermentación de diversos cuerpos orgánicos, principalmente los azúcares o hidratos de carbono, produciendo distintas sustancias.



Aunque en algunos textos de botánica se considera que las levaduras "verdaderas" pertenecen sólo a la clase Ascomycota, desde una perspectiva microbiológica se ha denominado levadura a todos los hongos con predominio de una fase unicelular en su ciclo de vida, incluyendo a los hongos basidiomicetes.



A veces suelen estar unidos entre sí formando cadenas. Producen enzimas capaces de descomponer diversos sustratos, principalmente los azúcares.



Una de las levaduras más conocidas es la especie Saccharomyces cerevisiae. Esta levadura tiene la facultad de crecer en forma anaerobia realizando fermentación alcohólica. Por esta razón se emplea en muchos procesos de fermentación industrial, de forma similar a la levadura química, por ejemplo en la producción de cerveza, vino, hidromiel, aguol, pan, antibióticos, etc.



Las levaduras se reproducen asexualmente por gemación o brotación y sexualmente mediante ascosporas o basidioesporas. Durante la reproducción asexual, una nueva yema surge de la levadura madre cuando se dan las condiciones adecuadas, tras lo cual la yema se separa de la madre al alcanzar un tamaño adulto. En condiciones de escasez de nutrientes las levaduras que son capaces de reproducirse sexualmente formarán ascosporas. Las levaduras que no son capaces de recorrer el ciclo sexual completo se clasifican dentro del género Candida.



La levadura es la primera célula eucariota en la que se ha intentado expresar proteínas recombinantes debido a que es de fácil uso industrial: es barata, cultivarla es sencillo y se duplica cada 90 minutos en condiciones nutritivas favorables. Además, es un organismo fácil de modificar genéticamente lo que permite realizar experimentos en varios días o semanas. Sin embargo, las levaduras poseen un mecanismo de glicosilación diferente al que se encuentra en células humanas, por lo que los productos son inmunogénicos."

Espero que os haya aclarado algunas cosas.

Un saludo y gracias por vuestro tiempo.

Nos vemos en los Bares.




lunes, 5 de octubre de 2015

LA CERVEZA DE MARCA BLANCA QUE COLÓ COMO ARTESANA

Buenos días cerveceros, esta mañana dando una vuelta por internet me he encontrado con este articulo y este video, muy interesantes jaja, os invito a leerlo y ver el video.

El artículo es de Mikel López Iturriaga (el Comidista).


Compramos birra vulgaris de supermercado a 25 céntimos la lata, fuimos a un encuentro de aficionados a la cerveza artesana y la dimos a probar sin decir qué era. ¿Picaron o descubrieron la trampa?

En el mundillo gastronómico, como en todos los mundillos, mucha tontería. ¿Pero cuánta? Para calibrar si los aficionados y entendidos en comidas y bebidas saben de lo que hablan o se apuntan a las modas sin tener ni idea, inauguramos una nueva sección:La prueba del postureo.

Para grabar el video, nos plantamos en el Barcelona Beer Festival, uno de los mejores eventos de cerveza artesana de Europa, armados con unos litros de mezclurria de distintas birras de marca blanca de Mercadona. ¿Gustó el preciado líquido de a 25 céntimos el tercio? ¿Lo confundieron con las más exquisitas Indian Pale Ales? ¿O descubrieron que era del montón? Para saber qué ocurrió, y de paso reírte un rato con las respuestas, tendrás que ver el vídeo de arriba.


Un saludo, y gracias por vuestro tiempo.

Nos vemos en los Bares.