miércoles, 11 de mayo de 2016

QUE GRAN NOTICIA.

España bebe más cerveza que nunca y fuma menos que nunca.


Impuestos especiales



Homer Simpson estaría orgulloso., y yo también. El consumo de cerveza en España alcanzó el año pasado su máximo histórico. Así lo reflejan los datos de recaudación publicados por la Agencia Tributaria y que indican que se comercializaron 3.538 millones de litros de cerveza, un 3,2% más que en el mismo período del año anterior. Se consolida el crecimiento registrado en 2014, que fue del 4,1%. La cerveza es un producto que está gravado por un impuesto especial específico –como sucede con el alcohol destilado, el tabaco o la gasolina– y por ello Hacienda puede ofrecer datos de consumo.

La recaudación del impuesto sobre la cerveza alcanzó los 297 millones de euros, también una cifra nunca vista. El impuesto especial es un tributo que se aplica en el momento en el que el producto sale de la fábrica para comercializarse dentro del país o se importa de terceros países. Es decir, grava el consumo interno. La cerveza que se fabrica en España y se exporta no está sujeta al impuesto especial interno y será objeto de un tributo específico en función de la legislación del país de destino.

Hacienda grava con impuestos especiales la cerveza, los destilados o el tabaco.
La recuperación económica –el PIB creció un 3,2% en 2015–, la fuerte ola de calor registrada el año pasado y la buena temporada turística que acabó con récord de visitantes explican la mejora de las ventas. La recuperación de la cerveza ha sido más acelerada que otros productos. Ello se refleja en que los datos superan ya las cifras alcanzadas antes de la crisis. En cambio, el consumo total de los hogares en 2015 se encontraba en términos nominales todavía por debajo de los niveles de 2008.

La situación de otro bien gravado por los impuestos especiales es diametralmente distinta. La estadística de Hacienda refleja que en 2015 se vendieron 2.144 millones de cajetillas de tabaco, la menor cifra desde que se inicia la serie histórica en 1995. Si bien cada vez más fumadores optan por el tabaco de liar, ello no explica por sí solo el derrumbe de la venta de cajetillas registrada en los últimos años. De hecho, también la venta de picadura de liar cayó ligeramente el año pasado, según la estadística del Comisionado para el Mercado de Tabacos.

El impuesto sobre el tabaco aportó a las arcas públicas 6.580 millones de euros, un 8,9% menos que el ejercicio anterior. El retroceso se debe al descenso de las ventas. En 2015 no se produjo ningún cambio legislativo en el impuesto sobre el tabaco, que durante la anterior legislatura aumentó hasta en cuatro ocasiones. Incluyendo el IVA, prácticamente el 80% del precio de venta de una cajetilla de tabaco acaba en las arcas públicas.
De hecho, que la recaudación fiscal por el impuesto sobre el tabaco se reduzca puede entenderse como un éxito si se tiene en cuenta que, al menos oficialmente, la fiscalidad sobre los cigarrillos persigue precisamente reducir su consumo y evitar las “externalidades negativas” que provoca.

El sector de bebidas espirituosas se siente discriminado respecto al mercado de la cerveza
El mercado de las bebidas destiladas (whisky, ginebra, ron o vodka, entre otros) se encuentra en una situación intermedia. No sufrió un retroceso en 2015 como el tabaco, sin embargo, está lejos de los buenos datos del mercado cervecero. Según datos de la Agencia Tributaria, el año pasado se pusieron a la venta en España 88 millones de litros de alcohol puro, un 1,6% más que en 2014. El impuesto especial sobre destilados se aplica a bebidas que contengan más de un 22% de alcohol. La Federación Española de Bebidas Espirituosos (FEBE) rebaja las cifras de consumo y señala que en 2015 se comercializaron 66 millones de litros de alcohol puro (unos 190 millones de litros del producto final). Aun así, apunta que las ventas aumentaron por primera vez en diez años tras registrar una caída de más de un 40% desde el inicio de la crisis.

El sector de bebidas espirituosas lamenta especialmente el daño que provocó la subida fiscal del 10% que sufrió el impuesto sobre el alcohol en 2013. En su opinión, este incremento y la mayor fiscalidad que soportan los destilados frente a la cerveza distorsiona el mercado. Los cerveceros, en cambio, aseguran que son productos totalmente distintos y niegan que la subida fiscal a los destilados provocara un efecto sustitución. Se trata de una vieja batalla entre ambos sectores.
Un saludo y gracias por vuestro tiempo.
Nos vemos en los bares.
El buen bebedor sabe, cuanta cerveza le cabe.