Es de lo más raro que he podido ver por internet buscando recetas para vosotros, aquí la teneis, al que le apetezca probarla que lo haga y me cuente, yo prefiero una buena Brown Ale bien fresquita.
Si eres un fan de Harry Potter y siempre has deseado probar la bebida que trasiegan el y sus amigos, no lo dudes. Ahora tienes la oportunidad y además con sello de autenticidad adulta.
Aunque la saga de Harry Potter no se suela incluir en las listas de películas culinarias,
todos los que la hayan visto saben de sobra que el grandioso comedor de
Hogwarts, repleto de bandejas con pollos asados y pasteles
guarrindongos, pone los dientes muy largos. Las novelas de J. K. Rowling
son aún más gráficas, con páginas enteras dedicadas a describir
golosinas como ranas de chocolate, tartas de melaza, pastelitos de
caldero o empanadas de calabaza. Chucherías aptas para aspirantes a mago
y menos exóticas que la verdadera estrella de la gastronomía mágica: la
cerveza de mantequilla.
Ya sea por su fantasioso nombre o por su inexistencia en el mundo muggle,
la cerveza de mantequilla ha despertado la imaginación de lectores
infantiles, juveniles y talluditos por igual, que llevan años inventando
recetas que se adaptaran a sus sabores soñados. El Santo Grial
potteriano tardó tres años en gestarse en las cocinas del Wizarding World Park,
el parque temático estadounidense dedicado al mundo de Hogwarts. El
resultado, de receta secreta y marca registrada, parece que es un éxito
total entre los visitantes, pero no sabemos si se parece a la bebida que
Harry, Ron y Hermione bebían en Las Tres Escobas de Hogsmeade.
A pesar de estos ímprobos esfuerzos dedicados a pergeñar
una receta nueva, lo que la mayoría de la gente no sabe (tampoco los
jefes de marketing de Universal) es que la cerveza de mantequilla ya
estaba inventada. Rowling se basó en una receta antigua muy popular en
la Inglaterra de los Tudor y que ya aparece escrita en 1596 como buttered beere.
En aquella época era muy habitual consumir cerveza caliente y mezclada
con otros ingredientes, y su versión “de mantequilla” es una especie de
ponche especiado que se bebía incluso para desayunar. Heston Blumenthal,
chef conocido por experimentar con recetas históricas y triunfar en el intento, incluyó la receta en un capítulo de su programa Heston´s Feasts dedicado a la cocina de los Tudor.
Tenemos pues aquí la auténtica fórmula de la cerveza de
mantequilla, y no me vengáis con que si tiene alcohol y bla blá, porque
en los libros de Potter queda bien claro que uno se podía achispar
perfectamente bebiendo este mejunje. Para los que necesiten una edición
especial dedicada al mundo infantil o no sean amantes de la cerveza,
incluyo al final unas recomendaciones para hacer la interpretación light
y acaramelada. Pero no me digáis que no mola tener una versión para
paladares adultos. Al fin y al cabo, seguro que es lo que Harry Potter
quería probar cuando hacía una escapada bajo la capa invisible.
Podéis hacerla con cerveza con y sin alcohol, pero eso sí,
de la mejor calidad que podáis encontrar y adaptada a vuestro gusto
personal. Lo de la espuma tiene truco porque al calentar la cerveza
pierde gas y es casi imposible de reconstruir después: lo mejor es
guardar al principio algo de cerveza y espumarla después con un batidor
de leche para el café, echándola por encima. A malas y si os hace
especial ilusión, se pueden reaprovechar las claras para batir un
merengue o utilizar nata semimontada. Si lo de echar mantequilla a lo
loco os da reparo, podéis sustituirla por nata pero recordad que la
cerveza de mantequilla hay que tomarla caliente.
Dificultad
No se requiere varita mágica.
Ingredientes
Para 3-4 personas
- 1000 ml de cerveza negra o tostada
- 100 g de azúcar (mejor moreno que da un toque acaramelado)
- 4 yemas de huevo
- 30 g de mantequilla sin sal o 50 ml de nata para montar
- 1/2 cucharadita de jengibre en polvo
- 1/2 cucharadita de nuez moscada rallada o en polvo
- 5 clavos de olor molidos
Preparación
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Reservar 100 ml de cerveza para conseguir un poco de espuma.
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Verter el resto de cerveza con las especias en un cazo y calentar a fuego medio.
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Batir aparte las yemas de huevo con el azúcar hasta conseguir una crema espesa, esponjosa y de color claro.
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Cuando la cerveza esté caliente, apartar del fuego y añadir los huevos batidos con azúcar.
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Volver a calentar todo, removiendo con unas varillas durante un par de minutos a fuego lento, con cuidado de que no se cocinen los huevos.
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Agregar la mantequilla y remover hasta que se derrita (o la nata en su defecto) y si se quiere, colar el líquido resultante para eliminar los restos de especias.
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Espumar la cerveza reservada al principio con un batidor de leche.
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Servir la cerveza en jarras o vasos, coronar con la espuma y consumir inmediatamente.
Fuente: El comidista.
Un saludo y gracias por vuestro tiempo.
Nos vemos en los bares.
El buen bebedor bien sabe, cuanta cerveza le cabe.